martes, 24 de febrero de 2009

El Guardián

El Guardián nos mira de frente impávido, su amplia chasquilla logra ocultar sus ojos oscuros y ausentes de cualquier diversión. Nada perturba su función, nada lo mueve de su cometido. Tras su espalda se refugian grandes autores como Tolstoi, Grisham, Dickens, Dumas, Allende, Puzo y otros, hojas añejas de siglos pasados y hojas nuevas del siglo recién pasado. Custodia una parte de nuestra biblioteca.

El Guardián nos llegó de improviso un día otoñal como regalo. De barro pulido y pintado, confeccionado un país más al norte del nuestro, no fue de gusto inmediato, no sabíamos dónde iba a reposar y dónde lo íbamos a lucir. Con su lengua afuera da la impresión que lame el suelo y testea su gusto mineral. Poco a poco se fue ganando su espacio en el segundo estante de nuestra querida biblioteca. Se presentó como algo más que un artilugio que lucir.

El Guardián continúa con su trabajo, día y noche vigila y observa a los clientes que visitan y osan sacar uno de los ejemplares estrictamente custodiados por él. Es muy serio y formal con la matrícula y con los clientes de este comedido estante. Es preferible no pasarse de la fecha de compromiso y no se puede sacar más de un ejemplar a la vez. Guardián mejor que este no hubiésemos podido encontrar.

domingo, 22 de febrero de 2009

Recuerdos

Recientemente, navegando por la red, me enteré de una píldora disponible para tratar la presión arterial y que podría algún día ayudar a las personas a borrar los malos recuerdos, mediante el tratamiento de algunos desórdenes de ansiedad y fobias, según un estudio realizado en Holanda.

Por otro lado, y haciendo referencia al mismo artículo, leía lo negativo que sería esto para distintas disciplinas artísticas como la música, la poesía, el teatro, la pintura, la escultura, etc. Expresiones que muchas veces están cargadas de aquellos recuerdos. Aludían a lo antedicho que perderían su esencia y su razón de ser. En cuando a canciones, por ejemplo, muchas hablan de despechos, del olvido, de corazones rotos, de traiciones sin miramientos. La pintura plasma en muchas oportunidades pérdidas, tristezas, abandonos. Lo singular de esta aseveración es que realmente sucede así.

Sin embargo, y volviendo al ámbito personal, ¿por qué no tener la opción de decidir los recuerdos que queremos mantener y los que queremos desechar definitivamente? Si bien es cierto, uno puede aprender de sus errores - esto sin mencionar que necesariamente errores cometidos por uno mismo deriven en malos recuerdos - pero también puede uno aprender de los del otro, sobre todo cuando los errores, y por ende los malos recuerdos, tienen la fuerza de hacernos una mella. Tal como reza el monarca en uno de sus Salmos: "El recordatorio (...) hace sabio al inexperto", teniendo esto en cuenta, llego a la conclusión de que sí es factible ser un sabio sin necesariamente haber sido enseñado por episodios personales. Se puede crear una catarsis al observar las vidas ajenas sin necesariamente repetir los errores intrínsecos de la humanidad.

No apelo a una vida sin errores, utopía a estas alturas de la humanidad, pero si es posible, apelo a la opción de borrar malos recuerdos. El hecho de que cada uno tuviera el poder y la determinación de acabar con ellos, no aquellos que nos hacen crecer y los que nos convierten en el producto que finalmente somos, sino, aquellos que duelen y que nos dan un dejo amargo cada vez que nos topamos con un olor, un color, una frase, una canción, que sé yo, cualquier cosa que nos traslade mentalmente a aquel episodio indeseable que reaparece por más que nos esforcemos por eliminar.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Puntería

En el aeropuerto Schipol de Ámsterdam, por el que pasan todos los días miles de personas de distintas razas, a alguien se le ocurrió dibujar, en el urinario de los baños de hombres, una mosca en el interior de estos necesarios recipientes. El resultado se hizo evidente, el 80% de las salpicaduras disminuyeron, y con ello también los malos olores y la frecuencia con la que había que limpiar esos baños en particular. La razón que explica este hecho es genética, atávica al hombre, ya que, desde la época de los mamuts, necesitamos apuntarle a algo cuando tenemos un arma entre las manos. Por mencionar algunos casos, lo vemos siempre que le entregamos una pistola de juguete a un niño, o cuando en la oficina nos topamos con un elástico y tenemos tiempo que nos sobra. Sin entrar en explicaciones freudianas, todo cliente de dicho urinario, efectivamente apuntaba a la mosca, la que, pintada estratégicamente, lograba provocar en sus usuarios la conducta deseada.

Dicho esto, comento lo que sin duda nos ocurre a los personajes del género aludido. Cuando te vas a vivir con tu amada, este acto activa en el subconsciente un chip interno que está dormido hasta ese minuto en nuestras féminas. Luego de 6 años de convivencia ininterrumpida, estoy considerando como el Sr. Smith, excéntrico personaje caracterizado por Jack Nicolsons, realizar la necesidad número uno sentado. Todo esto para no despertar las críticas por el olor, las salpicaduras, la tapa levantada, etc. Extraño que no reclamemos tampoco lo que podrían ser nuestros derechos, por ejemplo, nosotros necesitamos en la mayoría de los casos la tapa del wc arriba, ¿y cuándo lo echamos en cara? Una buena alternativa para que todos estemos contentos es dibujar en nuestros waters una mosca, como en el caso referido al comienzo del aeropuerto de Schiphol. Seguramente el problema ahora sería por haber dibujado una mosca tan fea y peluda ¡qué asco!, ahora - y en esto no hablo por mí, me descarto enfática y enérgicamente - si en vez de dibujar una mosca, dibujamos la cara de la suegra, seguramente desde el inicio del desagüe tendríamos una puntería perfecta y eliminaríamos por completo este tipo de discusiones. Por otra parte, el único problema es que en estas circunstancias, para relajarte, lo último que esperas encontrar es la cara de la suegra.

martes, 10 de febrero de 2009

Nueva etapa


Meconio, Pilucho, Calostro, Osito... son términos vetados antes de la paternidad, o por lo menos términos que no están a nuestro alcance como hombres, ni que tampoco los asociamos a nada en particular. En un comienzo un tanto de difícil traducción. Por ejemplo, cuando me pedían que trajera el osito, inevitablemente pensaba "para qué querrá un peluche..." hasta que lo asociaba perfectamente, o cuando me hablaban del meconio, lo imaginaba como un fertilizante del que no tenía registro, qué decir del calostro. Esta nueva jerga se ha ido instalando poco a poco a mi diccionario de palabras registradas y listas para su uso. Aunque tal vez estén en el subconsciente colectivo, el soltero común, o el no padre, no toma conocimiento ni conciencia de ellas hasta que algo activa la recepción de las mismas y lo predispone a conversaciones en dónde su uso es algo cotidiano, lo que es más, las usa y las entiende.

No tan solo es el lenguaje el que cambia en esta nueva etapa, sino también te adentras en un círculo de amistades con situaciones similares, con más o menos miembros en la familia, que te aconsejan y te indican qué debes o qué no debes hacer, consejos que se agradecen. De la mano va el ritual del cambio de pañales. Para que se nos haga un poco más fácil, e insisto, un poco más fácil, nos hicimos de un canastito en el que guardamos todos los utensilios que precisamos, el Hipoglós, el algodón, las toallitas húmedas, por supuesto el pañal, etc. Este ritual comienza con unas contorsiones de nuestra distinguida damisela demostrando lo desagradable que se torna la situación para ella, luego sigue con un incontrolable llanto. En el mejor de los casos, para nosotros, simplemente ella se dedica a mirarnos como indiferente y nos observa invadiendo su intimidad. Como lo comentó un viejo amigo - frase que tomo prestada - "tú les cambias los pañales, ellos te cambian la vida", y tiene toda la razón. Se supone que el tiempo te da la experiencia pero, cada vez es una aventura diferente.

Hablando ahora del tiempo y de cómo pasa, tal vez más adelante dentro del círculo de amistades con hijos, ya sean de la misma edad que la nuestra o un poco mas crecidos, me sorprenda comentando el último estreno de los Backyardigans o lo que es peor, riendo con las aventuras de Hi-5, o tenga en mi cabeza las letras claras de Lazy Town, quién sabe. A lo que sí me rehuso terminantemente es a torturarla frente al oso rosado Barney, la sola idea me apesta, lo detesto. Pero supongo que lamentablemente es parte del lento proceso de adecuación en la aventura de ser padre.

martes, 3 de febrero de 2009

Antonia José

Y el tiempo pasó finalmente y la espera se acabó. El día lunes 02 de febrero de 2009 a las 8:48 a.m. llegó a este mundo nuestra amada y ansiada Antonia José. Pesó 3.700 kls. y midió 49 cms. Le contamos todos sus deditos que son delgados y larguiruchos como los de su mamá. Su cabecita la tiene con harto pelo que en un principio lo traía enroscado y pegado. Estuvimos desde su primer día juntos, los tres. Luego de la operación nos la entregaron, media aturdida aún, y mientras seguían trabajando los doctores, nosotros nos unimos en nuestro mundo. La disfrutamos a más no poder. Mientras ella lloraba, nosotros la besamos hasta el cansancio, logrando a veces calmarle su aflicción. Nos buscaba con sus ojitos preciosos, redondos a veces y achinados otras.

Su primera noche en casa fue un poco estresante para nosotros, en especial para su mamá. La pobre no durmió en toda la noche al pendiente de sus sonidos y movimientos, pensando a veces en lo peor. La segunda noche fue un poco distinta, al parecer ya nos estamos acostumbrando a ser tres en nuestra habitación. Duerme en su moisés pero ya en la madrugada la pasamos a dormir en medio de nosotros, como lo hacíamos estando ella en la guatita. Al parecer es ahí donde se relaja y consigue un sueño más profundo, junto con su madre que logra descansar un poco más.

Es impagable sostenerla en los brazos y que te observe con su mirada medio perdida examinando todo lo que se le presenta. Cuando frunce su ceño es exquisita. Ya no me pregunto a quién se parece porque la verdad es que no la encuentro parecida a nadie en particular, un poco a su tía Johanna tal vez en los ojos, o en su pera a su abuela Luisa. Pero ella es única y especial. Nos colmó de dicha, no cabíamos en nosotros cuando la oímos llorar por primera vez. Nació de cabecita como casi todo el mundo, por medio de una cesárea programada, adelantando el parto como en unos diez días. Para dicha nuestra, que estábamos muy ansiosos por tenerla, la conocimos en el momento justo, en la víspera de nuestro sexto aniversario. Sin dudas, el regalo más precioso que he tenido.

Por supuesto nuestra rutina cambió y debo decir que para siempre. Muchos nos dijeron, por ejemplo, que aprovecháramos de dormir, cómo si fuésemos almacenando una cuota de descanso cada vez. Pero, la verdad es que en la cuarta noche de sueño interrumpido, debo decir que la rutina vale la pena cuando ella se aferra a ti tan vulnerable como es y llora porque hay que mudarla, o porque tiene sueño, o porque tiene algunos flatitos atravesados. Es una nueva rutina que no cambiaría por nada del mundo.

Dicen que los bebés no ríen, yo estoy convencido de lo contrario, ¿o acaso alguien ha estado en la cabecita de ellos?, ¿o alguien tiene recuerdos tan añejos? Antonia José ríe, ríe y nos contagia su espontánea hilaridad a días de nacida. Ríe hija, ríe hijita que estaremos aquí para protegerte y cuidarte y para verte reír.

lunes, 2 de febrero de 2009

Espera

5:37 a.m.: A esta hora en la que todo el mundo - o casi todo el mundo - debiese estar descansando en sus camas, yo me desvelo. En parte por mi ansiedad, en parte por mi imprudencia. En unas horas mas llega al mundo mi anhelada Antonia José. Daniela está en el hospital desde esta noche esperando también lo mismo. Me dejó una nota en la cabecera de mi cama diciendo que descansara, que mañana nos tocaría un día pesado, que ella iría a buscar a nuestra hija para traerla a nuestro hogar.
Han sido nueve meses larguísimos, esto porque supimos muy temprano la llegada de nuestra bebé, apenas tenía un par de días cuando Daniela comenzó a sentir - no físicamente - que estaba embarazada y me obligó a comprarle uno de esos famosos test. ¡¡¡Imposible!!! alegué, sin pensar en que aquello marcaba el inicio de la llegada de nuestra ansiada Antonia José. Dos líneas en aquel aparato trazaban nuestra vida junto a este nuevo ser. Anteriormente ya habían sido dos intentos fallidos y la verdad es que no queríamos pasar nunca más por la pena que significa perder un hijo, de hecho lo habíamos decidido así. Pero, las cosas son como son, sin aviso llegó a nuestras vidas y nuevamente la espera se instaló en nuestro hogar.
Debo reconocer que no ha sido fácil, en un comienzo Daniela estuvo con reposo casi 3 meses y al final del embarazo otros 3. La fatalidad casi golpea nuestra puerta nuevamente, nos preparamos para repetir aquellos tristes acontecimientos. Pero hoy ya estamos a 3 horas de recibir a nuestra ansiada Antonia. Queremos verle su carita, sus manitas, escucharle llorar, contarle sus deditos y presumirla al mundo. ¿A quién se parecerá?, espero - como he dicho en otras oportunidades - que a su madre.
Estoy solo y la casa se me hace vacía y espaciosa sin ellas. El silencio me incomoda, casi ensordece, los pies están tan helados como mis manos a pesar de que estamos en pleno verano. Demasiadas puertas, demasiadas plantas, muchos libros que tapizan nuestras paredes. Los cuadros parecen estar de más, las fotografías no me dicen nada. Qué decir de la cama... Solo espero la llegada a casa de mis mujeres. A una con ansias contenidas en una espera que parecía no tener fin y a la otra con el deseo de fundirnos nuevamente en un abrazo.