jueves, 17 de abril de 2014

La catarsis del enano


Cada inicio de temporada el enano de nombre Martín se acerca a la taquilla de un teatro en el barrio Bellavista y compra su entrada para presenciar el estreno. Esta vez se acomodó sin compañía en la butaca. Estaba ansioso al ver que ya se cumplía la hora para presenciar la esperada obra.

Nadie reparó en él.

Nadie notó que sus lágrimas inundaron su corta camisa hasta mojar sus zapatillas rojas.

Nadie reparó en la infinita aflicción de su rostro.

Nadie reparó en que su pulso se desvaneció, tal como la obra que acababan de presenciar.

jueves, 10 de abril de 2014

El hombre bolsa

El hombre bolsa huele mal. Le pesan los años por tanto deambular en la misma esquina de avenida Apoquindo. Luego de mendigar sus haberes a los ajenos conductores a quienes les resulta invisible, salvo por su penetrante olor y su mano presurosa, regresa a su hogar satisfecho de su día.

El hombre bolsa viaja de regreso en metro en un holgado espacio, tanto como para recostarse en el pasillo del vagón repleto a unos cuantos centímetros de él. Su olor le sirve de protección contra aquellos que le observan atónitos desde una prudencial distancia.

El hombre bolsa huele dichosamente mal.

martes, 18 de febrero de 2014

Decálogo para autoevaluación


En ocasiones la vida simplemente se nos pasa de largo.

Y muchas veces de porrazo las responsabilidades nos pasan la cuenta. Se hace necesario entonces que consciente y voluntariamente nos demos un tiempo para auto evaluarnos, pasando un catastro mental a nuestros haberes y reparar así en el tipo de persona que nos hemos convertido individualmente.

En el análisis tal vez reflexionemos sobre algunos sucesos, los cuales  ubicaríamos en otras épocas. Otros en cambio simplemente los eliminaríamos tirándolos al tacho, vaciando de cuajo la papelera de reciclaje. No necesitamos un CI aventajado para entender que algunas conductas estuvieron de más y que otras las debimos de haber repetido y emulado cuantas veces sea necesario.

Lo importante de todo es el aprendizaje.

Las malas actitudes, lo que nos empobrece y le resta crédito a nuestra integridad, ya sea por la inexperiencia, la inercia, la irresponsabilidad, o cualquier otro factor, nos sirve para seguir adelante mejorando en la maraña de lo cotidiano. Claro que cuando somos más perspicaces, aprendemos de las conductas erradas en otros, quienes involuntariamente nos podrían transmitir una pequeña o una alta dosis de sabiduría.

Es así como necesitamos potenciar nuestros haberes.

Acuñarlos como parte de nuestra identidad. Dichos haberes nos definirán positiva y proactivamente, haciéndonos mejores y hasta sobresalientes en muchos aspectos, respaldando nuestras acciones cuando así sea requerido.

Es difícil tomarse el tiempo para evaluar visceralmente todas nuestras posibilidades pasadas, presentes y futuras. Pero cuando logramos pasearnos a través de nuestros años, atesorando las cosas vividas y rescatando las cosas que eventualmente nos pueden servir para lo que todavía se nos viene, ahí es cuando podemos descubrir lo que realmente somos, lo que nos identifica a tal punto que nos reconozcan hasta desconocidos.

Y ello nos lleva a transformarnos en personas íntegras, con las complejidades intrínsicas del ser humano.  

Lo que mirado objetivamente, nos define a tal punto que nos hace enfrentarnos con nuestra realidad, cualquiera sea ésta.

Luego de ello se viene encima lo siguiente, y tal vez más importante aún.

El período de aceptación.

¿Seremos capaces de acarrear lo que se nos presenta tan abiertamente?

¿Continuaremos el viaje de nuestra historia sin realizar ningún cambio, obviando las conductas evidentemente erradas?, o por el contrario, ¿seremos capaces de enmendarlas?

¿Potenciaremos nuestros haberes?

Lo imprescindible de todo es continuar.

Es lo real, lo que aprendemos de porrazo porque no podemos quedarnos ahí parados en la corriente del tiempo que continúa y que sigue pese a nuestra voluntad.

En mi caso y sin pretensiones de ser tozudo considero que mi mayor haber ni siquiera me pertenece, es más, no depende absolutamente de mi voluntad. Esto es el hecho de contar con mi mujer y mi hija. Aquello me hace realmente feliz. De hecho son mis mayores pagas.

Mi mujer, a la que admiro.

Ella es quien me sigue esculpiendo y educando en su particular forma de ver el mundo. Es a quien comprendo pese a mi limitada visión.

Mi hija, pedacito de ternura.

La que me llena de ilusión, la que me sigue haciendo soñar. La niña especial.

Mis errores y transgresiones, se han escrito en mis brazos.

De estos me empeño en aprender y trato de enmendarlos para no repetir conductas a veces viciadas. 

Por otro lado mis virtudes, aunque escuetas sean estas, las potencio, después de todo lo malo debemos de poseer algo bueno.

La vida es ciertamente una sucesión constante de eventos de mayor o menor importancia, eventos que nos pueden impactar de mayor o menor grado. Las posibilidades de actuar ante ellos dependerá de nuestro yo interno, de la forma en la que vemos las cosas y de cómo utilizamos los haberes con los que contamos.

Nuestros actos nos definen, nos respaldan, nos acusan, nos hacen sobresalientes, nos empobrecen. 

Al respecto podemos razonar que todos poseemos una enorme cantidad de recursos, buenas intenciones, parabienes, etc., pero lo que queda siempre son las acciones, la manera de cómo hacemos las cosas, cómo nos comportamos frente a determinadas situaciones, así como las actitudes que podamos desarrollar y desplegar diariamente. En otras palabras, nuestros hechos definirán lo que queremos transmitir

 “Así nos hacemos constructores construyendo casas y citaristas tocando la cítara. De un modo semejante, practicando la justicia nos hacemos justos; practicando la moderación, moderados” - Aristóteles en su Ética a Nicómaco.

Viéndolo de ese modo, cada acto, cada decisión, cada pensamiento, cobra una relevancia profunda y nada da lo mismo pues cada uno de esos movimientos significa acercarse a un modo de ser o alejarse de él.

Y he aquí la buena noticia

De cada uno depende qué hábitos o disposiciones forjaremos. En otras palabras, está en cada uno de nosotros decidir el tipo de personas que queremos ser.

miércoles, 8 de enero de 2014

Residuo de sueños inconclusos

El universo está siempre en expansión. Contrario a ello, en ocasiones por propia voluntad decidimos poner límites a nuestra imaginación, a nuestros sueños, y nos creamos límites cada vez más difíciles de traspasar. Extirpamos la capacidad de soñar de nuestro subconsciente como si de podredumbre se tratara. De niños esto era una conducta recurrente. Fantaseábamos siendo astronautas, barrenderos, doctores, basureros, y así la lista es interminable.

¿Cuándo dejamos de soñar?

¿Cuándo nos sumimos en la maraña de lo cotidiano -de la “adultez”- dando paso a la vida responsable, libre de sueños e imaginación?

Los sueños son reemplazados por esperanza, la imaginación y anhelos por realidades.

Son muchas las restricciones que nos imponemos o las que nos imponen nuestros estilos de vida encausados. Pero la verdad, es que en ocasiones necesitamos urgentemente soñar e imaginar. Expandir nuestro universo imaginario.

Los sueños nos abstraen hacia un descanso personal que nos permite continuar, sobre todo cuando las presiones se vuelven un tanto complejas.

Soñar es fácil, pero difícil para una mente adulta llena de prejuicios hacia ellos. Para un menor esto se logra por inercia – conducta envidiable-, para un adulto resulta casi utópico. Extraño, considerando que las cosas que ahora son una realidad como la TV, la telefonía celular, las resonancias magnéticas, visitar Marte, etc., etc., etc.,  fueron simples sueños y parte de una mente llena de imaginación hace unas cuantas décadas.

Generalmente despierto sin saber en lo que soñé. Generalmente debo hacer un esfuerzo -casi siempre infructífero- para recordar en qué divagó mi subconsciente durante la noche. Cuando logro recordar, simplemente le doy un par de vueltas, lo cuento rara vez, y luego lo guardo en un cuarto de difícil acceso en mi tacaña mente.

Si tan solo pudiésemos mantener la virtud de soñar e imaginar durante todo el transcurso de nuestras vidas…, si tan solo pudiésemos darnos el lujo de divagar por lugares extraños, lejanos, soñar con viajes al fin del mundo, soñar realidades distintas a las nuestras, soñar por lagunas no exploradas y horizontes lejanos, tal vez la amargura que nos invade de cuando en vez sería más soportable.

Los residuos de sueños inconclusos golpean mi cabeza y resuenan presurosos hoy que los evoco. Tomo tu mano y juntos caminamos a través de nuestra hermosa realidad. Consciente de que pronto, si no sueltas mi mano, terminaremos por pintar juntos los trazos de sueños y anhelos dormidos.

Sigamos soñando.

martes, 12 de febrero de 2013

Semillas


“Lo que se siembra se cosecha”

Las semillas que lanzamos al aire –metafóricamente hablando- tarde o temprano germinan. El fruto, ganancia directa de nuestros intereses, es satisfactorio cuando resulta en lo esperado, lo que nos sosiega el espíritu. Aquel fruto siempre puede ser cada vez mejor, en la medida del empeño que involucremos y de las circunstancias. Lo importante es no desfallecer en el objetivo de perfeccionar el resultado.

En ocasiones, es preciso aprender de las lecciones vividas por nosotros mismos, en otras, el derroche de sabiduría se manifiesta cuando aprendemos de los errores ajenos. ¿Para qué esperar que la vida nos enseñe a palos si justamente podemos evitar aquella golpiza?

La observancia de ciertos principios, a los que podríamos sumar el sentido común, deberían regir íntegramente nuestras acciones, lo que se dificulta ya que muchos factores pudieran jugarnos en contra, pero lo importante, tal como en las odiadas matemáticas, es el resultado final. Aquel resultante nos puede definir interior y exteriormente, de tal forma que podemos llegar a ser intransigentes en muchos asuntos o más relajados en otros.

¿El secreto?

Caer pero volver a ponerse en pie, por trillado que suene, debiera ser la clave. La paciencia, persistencia, la constancia, entre otras cualidades, nos ayudará en este objetivo. Por otro lado la derrota, el sentimiento de incapacidad, de desilusión, y tantos otros de negativismo, definitivamente no deben afectar nuestra voluntad, lo que bien pudiera transformarse en un patrón persistente de conducta nociva, hostil y hasta desafiante, excesivo para el contexto sociocultural y el nivel de desarrollo personal que podamos alcanzar y que pudiera igualmente causar un deterioro significativo en nuestro funcionamiento y trato social.

Podemos, y debemos, buscar un espacio mediante el cual escapar de este tipo de conductas, abriéndonos paso hacia un sendero más calmo, que nos haga cavilar en la quietud, terreno fértil para un auto análisis sincero y descarnado, con una clara visión de superación personal.

Una conclusión precipitada

La prosperidad de las semillas arrojadas en nuevos terrenos, comenzando por trazos tal vez antes no contemplados, es lo que nos debe motivar en nuestro objetivo de ver un resultado favorable, el esperado, siendo hasta ambiciosos en los intentos pero sin llegar al egoísmo, y buscando pacientemente la superación. El conformismo pareciera no tener cabida, contrario a ello, las lecciones aprendidas en el camino son indubitablemente útiles y recomendables.

martes, 4 de diciembre de 2012

Tonagua

El tiempo pasa y algunas cosas pesan, como aquellas en las cuales no puedes compartir con gente que amas momentos importantes de sus vidas. Lo soñé muy diferente, lo soñé lejos de aquí, siendo todos felices y disfrutando de la dicha de ver amarse a personas para mi importantes. 

Hoy soy un mero espectador, hoy me conformo con la idea de verte feliz, a la distancia, armando tu vida con quien has decidido para luego continuar adelante, esperando con anhelo aquel difuso reencuentro. No sabes cuanto lo espero, cuanto me sorprendo pensando en ello; cómo será aquel abrazo?, nuestras primeras palabras después de tanto tiempo?

A quien elegiste como compañero no lo conozco, se ve una buena persona, y estoy seguro de que lo querré incondicionalmente como a un hermano, tu bien lo sabes y el tiempo lo dirá. Tiempo, nuevamente, tiempo, maldito embustero.
Ya no recuerdo cómo te perdí, las explicaciones a estas alturas sobran, lo que sí quiero aclarar es que siempre procuré tu bienestar, no lo supiste ver, no lo supe explicar, las circunstancias y todo a su alrededor nos jugaron en contra, alejándonos más de la cuenta, separando nuestros rumbos, pero tengo la convicción de que es algo temporal. Eso es lo que me repito, en ello pienso constantemente para que la espera no me asfixie.

Tu recuerdo claro permanece en mi mente, tu sonrisa de niña, tus trenzas ceñidas, aquella vez en la que tácitamente nos despedimos en la plaza de la constitución, sabiendo que vendrían tiempos nuevos para ambos; cuánto ha pasado de aquello, ahora eres toda una mujer, con familia. 

No tengo reproches, no tengo excusas, no tengo prejuicios, sólo cuento con una necesidad urgente, la de verte pronto y abrazarte.

martes, 27 de noviembre de 2012

Universo personal


Nuestro limitado universo posee la irrisoria facultad de parecernos infinito, cuando contrario a ello, no somos más que un estado pasajero e insipiente; a pesar de tener la capacidad de expansión, mantenemos bien delimitados nuestros espacios, los cuales compartimos en forma exclusiva con quienes deliberadamente decidimos compartir, haciéndolos parte de nuestro universo con su intrincado mecanismo.

Sin duda esto no es una máxima, ya que las personalidades que van creando sus propios mundos varía en cada caso con un sinfín de posibilidades.

El tema pareciera ser el aprender a dejar de lado las cosas que nos empobrecen el espíritu para ir ganando universos ajenos, lo que nos engrandece como personas, y más aún, lograr exitosamente incorporar dentro de nuestros limites a seres excepcionales, los que sin duda llenan de matices diversos nuestra existencia. Este bien pudiera ser un ejercicio de joyería ya que muchas veces los prejuicios de cualquier tipo pudieran truncar una incipiente relación, cuartando las posibilidades aún antes de comenzar.

Es así como los detalles que van marcando nuestra existencia, al parecer, en un momento insignificante y desapercibido, dan forma a nuestro universo –siempre en expansión-, el que se compone de distintas cosas que a nosotros nos parecen importantes y que tienen la relevancia de marcar nuestros pensamientos, nuestra percepción, nuestras personalidades.

La familia juega un rol muy importante, así como las amistades, o lo que leemos, o lo que escuchamos, en fin, todo lo que nos rodea, o lo que permitimos nos rodee.

Es esto lo que en definitiva nos hace individuos, a quienes la arrogancia pareciera una inocente compañera ya que nos lleva a creer egoístamente que nuestro propio universo es más relevante que el del otro, y así lo manifestamos de distintas formas -priorizando nuestros problemas o ideas-, a nuestro limitado parecer.

Finalmente lo que sentimos y hacemos, entre otros tantos detalles, es lo que nos define como seres propios y auténticos, ricos y carentes. Muchas veces asumiéndonos como seres individualistas, independientes rayando en la autosuficiencia, lo que visto en retrospectiva, arroja más pérdidas que ganancias. 

Me he arrojado deliberadamente a la búsqueda de nuevos haberes; reconozco que no ha sido sencillo, pero el esfuerzo puesto hasta ahora ha valido la pena.