martes, 27 de septiembre de 2011

La amarga espera

“La expectación pospuesta enferma el corazón”, qué palabras tan sabias y certeras. Hace muchos años atrás una “amiga” me hizo referencia a dicho proverbio, citado en tantas oportunidades en distintas circunstancias, pero la verdad es que, a pesar de comprenderla bien, no le había captado el sentido, hasta ahora.

Cada uno se enfrenta a distintas cosas que pueden o no, depender de la voluntad propia, sin embargo, cuando esto no es así, y decisiones importantes dependen de terceros, o hasta de cuartos, la cosa cambia. Es ahí cuando nos mantenemos en ascuas por un período indeterminado que depende exclusivamente de voluntades ajenas. Actualmente, y desde hace aproximadamente una semana que me encuentro en un estado de pausa. Tengo nuevas aspiraciones que lamentablemente no dependen de mi persona, lo que me ha sumido en un estado de ansiedad constante. Sigo esperando aquel llamado e imaginándomelo inclusive. Necesito una respuesta definitiva para continuar, para seguir con lo propio de una buena vez. En el proceso he estado a punto de tirar la esponja y descartarlo definitivamente, pero un pequeño halo de esperanza todavía se mantiene vigente.


Por ahí leí que la ansiedad tiene una función muy importante relacionada con la supervivencia, junto con el miedo, la ira, la tristeza o la felicidad, el problema es que esto debería ajustarse a períodos cortos y manejables, pero no... el dolor de guata, de cabeza, un tanto de insomnio, la falta de concentración, la desmotivación a veces, simplemente andar en la luna, todo eso y más, me tiene un tanto cansado.


Cuando pase todo lo que tenga que pasar, espero que deje algo positivo a este, hasta ahora, desagradable estado. Mientras tanto, continuaré con el corazón enfermo, por culpa de la indeseable expectación pospuesta.