domingo, 29 de marzo de 2009

Nueva rutina

La llegada de Antonia cambió mi vida. Aunque suene a cliché, hay cosas que comprendemos sólo cuando tenemos a nuestros retoños en brazos, y nos miran reclamando protección por el resto de sus vidas, o por lo que sea necesario al menos. Estos casi dos últimos meses, la vida junto a mi esposa ha tenido un giro vertiginoso, y por mas que nos hayamos preparado durante los nueve meses de espera, todo es nuevo. La rutina es distinta y de porrazo contamos con una personita que por el momento - y por muchos años mas - dependerá de nuestros cuidados, dedicación, entrega, entre otras cosas. Bien dichas fueron las palabras del doctor de Daniela cuando nos atendió en el primer control post parto: "Ahí tienen diversión por lo menos durante los próximos 20 años". Bueno, 20 años en el mejor de los casos. Por esto mismo un amigo cercano, que junto a su esposa de años decidieron no tener hijos, ante la inocente pregunta del por qué, jocoso responde: "Lo que pasa es que duran demasiado". Sin entrar en pronunciamientos de ningún tipo, esto tiene algo de verdad, pero que se olvida cuando tenemos a nuestras extensiones junto a nosotros y compartiendo la existencia.
La sesión diaria comienza a eso de las nueve de la noche. Luego de tomar once, y de preparar las cosas para el día siguiente, nos sumimos junto a la damisela en un baile ideado especialmente para que se duerma. Quién lo diría, Norah Jones la relaja a tal punto que cualquier cosa que la haya mantenido inquieta o activa, cede paso al aletargamiento luego de unas 5 o 6 canciones del disco. Concentrada en la música y con la mirada media perdida, va ganando camino a su moisés, sus ojitos se van achicando lentamente y por más que se resista, el sueño es inevitable. En ocasiones todo esto es trabajo perdido porque al más mínimo movimiento, nos obliga necesariamente a retomar aquel ritual. Lo anterior al parecer ya forma parte de nuestra rutina diaria, al más breve acorde de Sunrise, ella se aferra a mi polera como si supiera lo que se le viene. Lo disfruta y a veces es como si balbuceara las canciones. Impagable ¿no?...

domingo, 15 de marzo de 2009

Axioma.

Tiempo: "El tiempo es la magnitud física que mide la duración o separación de acontecimientos sujetos a cambio, de los sistemas sujetos a observación, esto es, el período que transcurre entre el estado del sistema cuando éste aparentaba un estado X y el instante en el que X registra una variación perceptible para un observador (o aparato de medida). Es la magnitud que permite ordenar los sucesos en secuencias, estableciendo un pasado, un presente y un futuro, y da lugar al principio de casualidad, uno de los axiomas del método científico".
El tiempo no lo manejamos, esa es una verdad perentoria, pero en ocasiones sentimos, o creemos, que podemos manejarlo a nuestra voluntad. Ya en la adolecencia, y tal vez de antes, nos adelantamos pensando en cómo serán las cosas cuando cumplamos los dieciocho. Con la mayoria de edad a cuestas, nuevamente nos adelantamos mentalmente pensando en terminar los estudios, trabajar, casarse, tener hijos, o cumplir con otras obligaciones y aspiraciones auto impuestas o heredadas. El problema es que llegando a un punto - cuando cumplimos algunas ambiciones propuestas a lo largo de la existencia - nos damos cuanta que el tiempo no funciona a nuestra merced. Lo que es peor, que muchas veces funciona hacia atrás. Las cosas hechas, hechas están, para bien o mal, forman parte de nuestro historial de vida, y me refiero a todas las cosas, buenas o malas. Las llevamos adosadas a nosotros, escritas con tinta indeleble en nuestros currículos. Y por mas que las opciones se agoten, siempre buscamos oportunidades, recovecos u oportunidades que nos ayuden a seguir.
Cuando las cosas salen mal, falta tiempo para resolver el enredo. Cuando las cosas marchan bien, falta tiempo para disfrutarlas a fondo. Que injusticia. Por supuesto, esto último no sucede siempre del mismo modo, en ocasiones el tiempo es benevolente con nosotros y nos regala instantes memorables que lo ubicamos dentro de nuestras propias secuencias, en nuestra propia línea del tiempo. Es a estos instantes, transformados en recuerdos agradables, a los que recurrimos presurosos cuando tenemos necesidad de consuelo, de calma, de refugio, de paz, de sosiego, de hilaridad. Mientras mas recuerdos de este tipo tengamos a los que recurrir, mas oportunidades tendremos de hacer nuestro presente o nuestro mañana, una parte agradable de esta línea imaginaria del tiempo. Del pasado, ni hablar, vuelve a nuestra mente esta realidad inmutable, el tiempo no lo podemos manejar a voluntad, lo hecho, hecho está. Las malas secuencias se repiten, las buenas se disfrutan.