viernes, 5 de noviembre de 2010

Porque siempre existe algo que decir, o que contar

Hace tiempo que le estoy haciendo el quite a escribir, el hábito se me ha hecho esquivo por más que intento atraparlo. Temas no me han faltado sin embargo, me he quedado en pausa a pesar de la necesidad que me he auto impuesto.

Es muy fácil dejar de lado cosas, aunque sean importantes, y eventualmente reemplazarlas por otras, aunque sean de menor importancia. La constancia no es un derecho adquirido, es algo que nace precisamente de una metodología un tanto esquiva y rutinaria, aunque no es lo mismo. A la rutina, por más monótona que nos parezca, siempre le podemos encontrar cosas nuevas, siempre nos puede sorprender, inclusive con algo repetido. Nos podemos volver a enamorar una y mil veces, de peculiaridades que forman parte de nuestras rutinas. En ese sentido, trato de que en las peculiaridades de mi rutina, el escribir sea una constancia, y he ahí en donde he acumulado últimamente horas viendo una pantalla con una plana en blanco, sin poder agregarle más que un par de líneas, y como ya lo decía no es por falta de temas.

El que ahora evalúo como un osado lema en mi blog es, “porque siempre existe algo que decir, o que contar” sin embargo, tengo muchas cosas atoradas en mi cabezota esperando el momento oportuno para nacer de una buena vez, si es que llega la ahora tan anhelada buena vez.

Continuando, quisiera hacer referencia a una frase escuchada hace muy poco en una película poco relevante y con una trama archi conocida, la frase rezaba algo así como “nosotros somos los monstruos de nuestros propios mundos”, me quedé pensando en lo asertivo de aquella escueta frase pero con mucho trasfondo. Reparando en la misma, debo decir que me sumo sin reparos a aquella escueta frase proveniente de un lugar inesperado; le encuentro toda la razón, muchas veces somos nosotros, son nuestros miedos, nuestras aprensiones, nuestras preocupaciones, los responsables de todas nuestras frustraciones. Sería menos complicado el que siempre nos atreviéramos, el que siempre estuviésemos dispuestos a enfrentar nuevos desafíos y situaciones sin embargo, una mano imaginaria que nace de nuestro subconsciente nos detiene, obstruyendo nuestro paso hacia lo desconocido. Es muy probable que eso sea un problema recurrente en la mayoría de las personas, las que guardan, o guardamos, muchos episodios inconclusos o situaciones pendientes.

Reparando en lo mismo, pienso en lo poco osado que nos volvemos al momento de decir las verdades de frente, a la cara. En la práctica aquella costumbre que pareciese ya de antaño, se ha perdido en la maraña tecnológica que tenemos a nuestra disposición. Decirle a alguien por ejemplo que nos descolocó alguna frase malograda o desatinada de su parte, es más fácil cuando se realiza a través del face, por el messenger o por correo, a pesar de todo el sentido correcto que intentamos lograr y que osadamente podemos perder en el intento, eventual y anticipadamente frustro. No es que esté en contra de la tecnología, entiéndase bien pero, hay cosas que simplemente se hablan a la cara, mirándole los ojos al interlocutor. Esa es la esencia de la transparencia, de la honestidad misma que obstinadamente, hablando como sociedad, nos hemos dado el lujo de perder en la mayoría de los casos. Una añoranza casi romántica nace por ejemplo cuando recuerdo el famoso “juego de la verdad”, en donde se daba la oportunidad de indicar, sin recriminaciones ni reparos, cuando la niña de turno te gustaba, o encarar cualquier malentendido tenido entre el grupo de jugadores.

Mi lema sigue intacto, inalterable por más que me cueste llevarlo a la práctica en lo ordinario de mis días, sobre todo cuando enfrento cosas que considero importantes.

Porque siempre existe algo que decir entonces, porque siempre existe algo que contar, pero directamente, de frente, a la cara, mirándonos a los ojos, siempre.

1 comentario:

Danna dijo...

Concuerdo contigo Amor, y bien sabes que me he visto enfrentada a estas verdades escritas en "muros" virtuales, en correos inpersonales, donde se han dado el lujo de culparme de las mas barbaras crueldades, sin jamas recibir la critica cara a cara... pero en fin, entiendo, por que siempre será mas sencillo decir las grandes y dolorosas verdades sin mirarnos las caras, sin ver la reacción que causamos en el otro, sin tener que afrontar toda su rabia, pena o frustración manifestada en el cuerpo, en la acción, sin tener que secar lagrimas o escuchar gritos e incluso detener golpes con el rostro jajaja. No puedes negar que es mas facil escribirle a alguien lo que piensas de èl, que mirarlo a los ojos y decirle eres UN BRUTO!!! INSENSIBLE Y MALOLIENTE INDIVIDUO jajajaja
Me robaste el tema del tintero amor... nuestras mentes estan contectadas como siempre, divagando en las mismas cosas, sufriendo y gozando de los mismos males.
Amo!!!