lunes, 29 de marzo de 2010

El mar

En medio del conmoción instalada en el país desde hace unos días ya, nos permitimos escapar a la playa el miércoles 17 de marzo. Comenzamos nuestro viaje y llegamos al Puerto de San Antonio en donde almorzamos, terminando el día finalmente en el Tabo. Fue un buen día en el que disfrutamos también de la muy grata compañía de la familia. Algunas casas y calles daban cuenta de la situación. Un hotel se encontraba espectacularmente partido en dos, se había vaciado de pasajeros y trabajadores, ahora estaba en ruinas, era un espectáculo simplemente impactante, lo más probable es que ya a estas alturas lo hayan demolido.

Fuimos al mar con la ilusión de que Antonia se encontrara por primera vez con aquella colosal creación. Estábamos ansiosos, atentos a su reacción. Nos imaginábamos que le agradaría tremendamente ya que a ella le encanta jugar con arena. Para nuestra sorpresa, a Antonia no le agradó mucho caminar descalza por la gruesa arena pero le impactó el mar, trató decididamente de meterse al agua, lo que por supuesto se lo impedimos.

Paseamos, conversamos, tomamos once con el sol fundiéndose en el inmenso mar, anaranjando todo.

Fue un buen día, memorable, suficiente. Llenó de energías el regreso a nuestras respectivas rutinas. Necesitábamos recargarnos de algún modo, acuñar buenos recuerdos para utilizarlos a lo largo del nuevo año laboral.

En la inmensa maraña de cosas pendientes, de cosas por hacer, de situaciones inconclusas, de anhelos displicentes, todos necesitamos de días como éstos, días que nos permitan continuar, días que nos aparten un poco de la realidad, que nos ayuden a soportar la vida, para que duela menos a veces. No necesariamente por el hecho de tener vidas poco satisfactorias, sino por la simple necesidad de hacer una pausa, y lo conseguimos cuando escapamos de nuestras rutinas, cuando tomamos rumbos a parajes que en ocasiones nos son desconocidos y que sin embargo nos atrevemos a cruzar, es más, nos ilusionamos anticipadamente por el hecho de estar en ellos, para luego recordarlos reconfortadoramente.

4 comentarios:

Danna dijo...

Tanto habiamos soñado con llevar a la porota al mar, verla jugar con la arena y correr libremente escapando de las olas,en fin, disfrutar a sus anchas de la hermosa creacion, gran sopresa fue cuando espantada recogio sus patitas al ponerlas en contacto con la aspera arena... no le gusto la sensación bajo sus pies, el agua le gusto mucho más, pero aun esta muy chiquita para permitirle jugar en ella... en definitiva nosotros disfrutamos mas la osada aventura de acercarnos a la costa por estos días. No podeis dejar de mencionar que al día siguiente, despues de un remezón con caracteristicas de terremoto se declaro alerta de tsunami en todo el litoral de Chile...cosa que nos puso los pelos de punta imaginandonos arrancando hacia los cerros... ufff pasara tiempo antes de que podamos disfrutar de la inmensidad azul de las costas chilenas sin sentir terror.
Me encanta escapar de la rutina junto a ti, a tu lado logro olvidar y simplemente disfrutar...
Te amo

Cristián dijo...

Cierto, el susto colectivo si que nos va a durar harto.

Te amo Cosita, espero que pronto podamos disfrutar de unos días igual de intensos pero por más tiempo, antes de que se corran más hacia el oriente las costas del litoral central.

Anónimo dijo...

Todos necesitamos de esos momentos, momentos que por cortos que sean, se transforman en momentos únicos, incomparables… solo angustia saber que todo tendrá un final, pero que mas da… lo que se vivió en ese día, nadie puede siquiera intentar olvidarlo.

En momentos de presión, solo basta cerrar los ojos y transportarse a aquel momento, donde lo mas probable es que empieces a escuchar el bramido del mar, la brisa y las risas de quienes amas… esos momentos son únicos y quedan guardados en nuestro baúl mas intimo.

Solo puedo decir que cuando uno disfruta con quienes ama, dan ganas de parar el tiempo y solo disfrutar de lo que nos ponen a nuestra disposición.

Los sueños no se rinden!!!

Eder V.

Fernando ortiz tapia dijo...

Hay que luchar por que cada día tenga su pedacito de cielo, que nos invite a vencer la catastrofica rutina y levedad de dejarse ser sin asunto, las patitas de la Anto por primera vez tocaron la arena, que habra pensado esa cosita pequeñita al sentir el aspero y frio suelo, una masa movediza y acoplable que extraño, jajajja, me gustaria que grabara ese primer momento debe habe ser unico