La maldita y embustera muerte a todos nos alcanza alguna vez, a unos antes, a otros después. Nos otorga un certero golpe que imposibilita cualquier tipo de resistencia.
De ese sombrío paisaje, del que alguna vez descancé en sus jardines acompañado de un libro, aprensiones, soledad y frustraciones, paradójicamente me otorgó devuelta una tranquilidad especial, la que hoy plasmo en retazos fotográficos.
2 comentarios:
Por alguna misteriosa razón los cementerios me gustan, me apasionan, me encantan. Mientras los recorro pienso en los millones de historias que en ellos se gestan. Historias de dolor, de pena, de amor, de vida y de muerte. Todos aquellos que yacen ahora serenos bajo la tierra, alguna vez (muchos hace mas de cien años) pisaron esta tierra, soñaron, vivieron y escribieron su historia... también estan los deudos que periodicamente visitan las tumbas buscando consuelo a su dolor y estan las historias de muertes tragicas y violentas que dejan tras de si una estela de pasión y dolor...
Me gustan las historias y el cementerio esta llena de ellas, mientras recorro los mausoleos puedo sentir los susurros de miles de voces contando una vida y como dice una de mis escritoras favoritas... cualquier vida puede ser contada como una novela.
Muy buenas fotos, que plasman el dolor y la busqueda de consuelo...
Pobre Agustincito, pobres sus padres... en fin Media vita in morte sumus
Me pasa lo mismo, tenemos un gusto compartido, uno más. ¿Recuerdas cuando visitamos los del sur?, esos que decoraban con cercos, o los que se gestaron al lado de viejas iglesias...
Y muy cierto, pobre Agustincito, pobres padres.
Te amo Cosita.
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