 En cada bolsillo llevo conmigo miles de recuerdos. Recuerdos añejos y nuevos que andan a cuestas conmigo. Muchas veces recurro a ellos para conseguir alguna alegría, consuelo, nuevas perspectivas, remembranzas de tiempos pasados y no tantos, escritos para siempre en mi memoria.
En cada bolsillo llevo conmigo miles de recuerdos. Recuerdos añejos y nuevos que andan a cuestas conmigo. Muchas veces recurro a ellos para conseguir alguna alegría, consuelo, nuevas perspectivas, remembranzas de tiempos pasados y no tantos, escritos para siempre en mi memoria.Soy de la generación del Atari. Cuántas veces tuvimos que jugar al tenis mientras esperábamos que la adorada consola leyera todo el casete, estancándonos en una espera obligada que para nosotros era eterna (incluso tal vez ya lo confundo porque no estoy seguro de que el Arati se cargaba con un casete o un cartridge, pero seguro de que había uno) Jugábamos el emocionante Space Invaders o a la Rana que trataba de cruzar una calle y luego un rio por unos troncos de distintos tamaños.
Soy de la generación que iba por el pan y los huevos o los tomates de la once, luego de que la mamá regara el árbol de la calle y barriera el patio. Siempre eran ¾ de pan, los que llegaban pesando una mitad de marraqueta menos.
Los recuerdos hacen más ameno nuestro presente y nos hacen enfrentar nuestro futuro con historias a nuestras espaldas. Se sostienen en un pasado a veces perdido, a veces olvidado, pero sin duda, siempre presente. Después de todo, ¿qué sería una mente sin recuerdos?
 
 


 ¿Estamos en todos lados?, mientras más lo pienso creo que sí. Por lo menos eso es lo que nos hacen creer los medios, sobre todo cuando ocurre alguna desgracia. Por ejemplo, algún terremoto en Sri Lanka, lo primero que hacen es buscar algún chileno residente, o algún amigo del amigo, o algún familiar lejano. Con esto de la nueva influenza, andamos buscando a chilenos contagiados en alguno de los países en riesgo. Con el paso de los huracanes, buscamos a posibles familias chilenas afectadas en el epicentro de la desgracia, y así, seguimos en la búsqueda interminable de chilenos patiperros repartidos alrededor del globo y que idealmente sean víctimas de algun infortunio.
¿Estamos en todos lados?, mientras más lo pienso creo que sí. Por lo menos eso es lo que nos hacen creer los medios, sobre todo cuando ocurre alguna desgracia. Por ejemplo, algún terremoto en Sri Lanka, lo primero que hacen es buscar algún chileno residente, o algún amigo del amigo, o algún familiar lejano. Con esto de la nueva influenza, andamos buscando a chilenos contagiados en alguno de los países en riesgo. Con el paso de los huracanes, buscamos a posibles familias chilenas afectadas en el epicentro de la desgracia, y así, seguimos en la búsqueda interminable de chilenos patiperros repartidos alrededor del globo y que idealmente sean víctimas de algun infortunio. El sueño me atrapó fuertemente una vez más. Un poco mareado, con mucha ansiedad, intento despertar y ponerme de pié pero no puedo. Estoy amarrado a la cama, no logro moverme, escucho mi respirar, estiro mis manos pero no alcanzo nada. Intento zafarme desesperadamente pero es en vano. Sigo igual, atrapado por el sueño.
El sueño me atrapó fuertemente una vez más. Un poco mareado, con mucha ansiedad, intento despertar y ponerme de pié pero no puedo. Estoy amarrado a la cama, no logro moverme, escucho mi respirar, estiro mis manos pero no alcanzo nada. Intento zafarme desesperadamente pero es en vano. Sigo igual, atrapado por el sueño.