La sesión diaria comienza a eso de las nueve de la noche. Luego de tomar once, y de preparar las cosas para el día siguiente, nos sumimos junto a la damisela en un baile ideado especialmente para que se duerma. Quién lo diría, Norah Jones la relaja a tal punto que cualquier cosa que la haya mantenido inquieta o activa, cede paso al aletargamiento luego de unas 5 o 6 canciones del disco. Concentrada en la música y con la mirada media perdida, va ganando camino a su moisés, sus ojitos se van achicando lentamente y por más que se resista, el sueño es inevitable. En ocasiones todo esto es trabajo perdido porque al más mínimo movimiento, nos obliga necesariamente a retomar aquel ritual. Lo anterior al parecer ya forma parte de nuestra rutina diaria, al más breve acorde de Sunrise, ella se aferra a mi polera como si supiera lo que se le viene. Lo disfruta y a veces es como si balbuceara las canciones. Impagable ¿no?...
domingo, 29 de marzo de 2009
Nueva rutina
domingo, 15 de marzo de 2009
Axioma.

El tiempo no lo manejamos, esa es una verdad perentoria, pero en ocasiones sentimos, o creemos, que podemos manejarlo a nuestra voluntad. Ya en la adolecencia, y tal vez de antes, nos adelantamos pensando en cómo serán las cosas cuando cumplamos los dieciocho. Con la mayoria de edad a cuestas, nuevamente nos adelantamos mentalmente pensando en terminar los estudios, trabajar, casarse, tener hijos, o cumplir con otras obligaciones y aspiraciones auto impuestas o heredadas. El problema es que llegando a un punto - cuando cumplimos algunas ambiciones propuestas a lo largo de la existencia - nos damos cuanta que el tiempo no funciona a nuestra merced. Lo que es peor, que muchas veces funciona hacia atrás. Las cosas hechas, hechas están, para bien o mal, forman parte de nuestro historial de vida, y me refiero a todas las cosas, buenas o malas. Las llevamos adosadas a nosotros, escritas con tinta indeleble en nuestros currículos. Y por mas que las opciones se agoten, siempre buscamos oportunidades, recovecos u oportunidades que nos ayuden a seguir.
Cuando las cosas salen mal, falta tiempo para resolver el enredo. Cuando las cosas marchan bien, falta tiempo para disfrutarlas a fondo. Que injusticia. Por supuesto, esto último no sucede siempre del mismo modo, en ocasiones el tiempo es benevolente con nosotros y nos regala instantes memorables que lo ubicamos dentro de nuestras propias secuencias, en nuestra propia línea del tiempo. Es a estos instantes, transformados en recuerdos agradables, a los que recurrimos presurosos cuando tenemos necesidad de consuelo, de calma, de refugio, de paz, de sosiego, de hilaridad. Mientras mas recuerdos de este tipo tengamos a los que recurrir, mas oportunidades tendremos de hacer nuestro presente o nuestro mañana, una parte agradable de esta línea imaginaria del tiempo. Del pasado, ni hablar, vuelve a nuestra mente esta realidad inmutable, el tiempo no lo podemos manejar a voluntad, lo hecho, hecho está. Las malas secuencias se repiten, las buenas se disfrutan.
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