La llegada de Antonia cambió mi vida. Aunque suene a cliché, hay cosas que comprendemos sólo cuando tenemos a nuestros retoños en brazos, y nos miran reclamando protección por el resto de sus vidas, o por lo que sea necesario al menos. Estos casi dos últimos meses, la vida junto a mi esposa ha tenido un giro vertiginoso, y por mas que nos hayamos preparado durante los nueve meses de espera, todo es nuevo. La rutina es distinta y de porrazo contamos con una personita que por el momento - y por muchos años mas - dependerá de nuestros cuidados, dedicación, entrega, entre otras cosas. Bien dichas fueron las palabras del doctor de Daniela cuando nos atendió en el primer control post parto: "Ahí tienen diversión por lo menos durante los próximos 20 años". Bueno, 20 años en el mejor de los casos. Por esto mismo un amigo cercano, que junto a su esposa de años decidieron no tener hijos, ante la inocente pregunta del por qué, jocoso responde: "Lo que pasa es que duran demasiado". Sin entrar en pronunciamientos de ningún tipo, esto tiene algo de verdad, pero que se olvida cuando tenemos a nuestras extensiones junto a nosotros y compartiendo la existencia.
La sesión diaria comienza a eso de las nueve de la noche. Luego de tomar once, y de preparar las cosas para el día siguiente, nos sumimos junto a la damisela en un baile ideado especialmente para que se duerma. Quién lo diría, Norah Jones la relaja a tal punto que cualquier cosa que la haya mantenido inquieta o activa, cede paso al aletargamiento luego de unas 5 o 6 canciones del disco. Concentrada en la música y con la mirada media perdida, va ganando camino a su moisés, sus ojitos se van achicando lentamente y por más que se resista, el sueño es inevitable. En ocasiones todo esto es trabajo perdido porque al más mínimo movimiento, nos obliga necesariamente a retomar aquel ritual. Lo anterior al parecer ya forma parte de nuestra rutina diaria, al más breve acorde de Sunrise, ella se aferra a mi polera como si supiera lo que se le viene. Lo disfruta y a veces es como si balbuceara las canciones. Impagable ¿no?...